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jueves, 16 de octubre de 2014

CONOCIMIENTO & SABIDURIA


La humanidad, desde sus orígenes, ha mirado a su alrededor asombrada por las maravillas que contemplaba. Ha alzado sus ojos a los cielos esperando reposo para su corazón inquieto,  y ha explorado en su interior buscando las razones últimas de su existencia. Ha buscado insistentemente el camino hacia la felicidad utilizando para ello todos los recursos que su privilegiada capacidad de raciocinio le ha permitido.
Paso a paso, siglo tras siglo ha ido evolucionando hasta la actualidad, creyendo haber descubierto las claves que darán reposo a su anhelo de saber. El hombre, por fin, parece haber llegado al conocimiento de sí mismo y a través de este conocimiento parece que ha comprendido la sabiduría de la vida. Pero la línea que separa “conocimiento” y “sabiduría” es casi imperceptible y esto hace que, a menudo, se confundan los dos conceptos. Conviene distinguir claramente las diferencias: El “Conocimiento” es la información que vamos adquiriendo a lo largo de nuestra existencia. Datos para nuestra mente ávida de alimento intelectual,  "Sabiduría" es la aplicación de ese conocimiento en algo útil y enriquecedor para nuestro proceso evolutivo.
La mayoría de nosotros  partimos de una premisa equivocada.  Buscamos la felicidad en el ámbito material: Y allí no se halla!  Porque lo material es tan importante, como lo sutil y más allá lo trascendente.  La felicidad, no habita en las “cosas” en sí, sino en la búsqueda  y el encuentro de la Verdad, la única Verdad: “Conócete a ti mismo”.

Para desarrollar toda su capacidad de conocimiento el individuo necesita progresar en dos vertientes: el área personal y el área social. Las dos son imprescindibles y complementarias. Y como lo expresaría Ken Wilber, sobre todo en su dimensión interna
El hombre enajenado,  en su persistencia en el error, y en aras a un   progreso científico-técnico, ha menospreciado el cultivo y desarrollo de su alma dejando a un lado la necesidad irrenunciable de su propia evolución interior. Sin este progreso espiritual no hay plenitud que valga, ni puede ser confundida con el orgullo del "descubrimiento científico o tecnológico".

El "cognoscete ipsum" en el friso del templo griego, no recomienda un "conócete a ti mismo" intelectual.  Habla de un nivel de conocimiento superior.  Conocer el fondo del alma y limitar sus actos desde la perspectiva de lo que es positivo a la evolución  y lo que resulta negativo para el crecimiento humano;  regular las normas de la “moral” y crear una ética mundicéntrica y no racial o estatal... eso es Saber. Porque saber es discernir claramente entre conocimiento y sabiduría (Sophía).  Saber que sé,  lo que sé (sin falsas modestias, ni prepotencia) y aceptar lo que no sé,   son señales inequívocas de madurez y evolución.
El ser humano parece haberse dado cuenta, por fin, de la necesidad que tiene de entender los retos a los que se enfrenta individual y colectivamente para tener claro a dónde va y sobre todo cómo dar el siguiente paso, cómo aplicar ese “conocimiento” con “sabiduría”.

En la actualidad tenemos acceso a tanta información, a tanto conocimiento, que, en muchos casos, no podemos manejarlo, porque carecemos de “verdadera sabiduría” para ello. Sabiduría es el uso del conocimiento e información adquiridos durante nuestra existencia y su punto de partida es el razonamiento humano y la posterior interpretación y aplicación que de él hacemos. La sabiduría no necesita erudición y tampoco una gran inteligencia, sino reflexión profunda, sincera y constante sobre lo vivido y la enseñanza que de este conocimiento podamos extraer para aplicar en el beneficio individual y colectivo integrado.

Para llegar a ser verdaderamente sabios se necesita tiempo y esfuerzo.  Ambos parámetros no son muy apreciados en Occidente.  Así en la sociedad actual, nuestros jóvenes están dispuestos a adquirir muchos conocimientos, y en cambio, no muestran motivación por la trascendencia. Premiamos los conocimientos por encima de la sabiduría, y eso es lo que ellos compran con sus flamantes carreras, que luego no saben ni cómo aplicar, ni tampoco tienen oportunidades para hacerlo, pues les ofrecemos economías salvajes saturadas de estímulos materiales y de "datos" informativos.
El tiempo es necesario  para adquirir conocimiento.  El esfuerzo, para seguir en el camino sin abandonar, desesperanzados, por los errores que, inevitablemente, cometeremos  intentando alcanzar la sabiduría. Entre el desconocimiento y la sabiduría se suceden equivocaciones y errores. Quien no esté dispuesto a cometer dichos errores y/o a soportar experiencias negativas, no alcanzará nunca la sabiduría. La mayor equivocación es darse por vencido y renunciar a seguir recorriendo la ruta de la evolución.

La clave de la Sabiduría  está en la acción y el secreto de la felicidad y la plenitud en el Amor superior (sabio): “Pedir perdón es de hombres “con conocimiento”; perdonar es de hombres “con sabiduría”. El Amor, y la compasión es la prueba definitiva de que hemos alcanzado la sabiduría.  Algo de lo que nuestra sociedad está aún tan alejada.

Conocimiento, acción, Amor. No hay distancias, ni barreras, ni imposibles para el Amor. Es la brújula que jamás se equivocará de senda. Es el arcano de los sabios. “Si amas, puedes”. El Amor es el principio, el camino y el fin del conocimiento. Los frutos del Amor son plenitud, armonía, equilibrio interior, paz espiritual, bondad, libertad, comprensión, poder… sabiduría! No comamos del árbol del conocimiento, inútil, añadámosle el Amor de Sophia.

"La mayor sabiduría se encuentra dentro de cada uno: el Amor;
La mejor manera de utilizarla es con su conocimiento"              Maestro Sabadime

Raquel Torrent
Psicóloga Colegiada
Terapeuta Integral y Consultora Transpersonal
Coach y creadora del método Positioning

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