RELATO INTEGRAL
MÁS ALLA DE LA EVOLUCIÓN
Desde las profundidades
abisales del Espíritu, elevo este relato hasta la superficie para que se
conozca la auténtica VERDAD, porque esta es ulterior y por eso absoluta. Lo paradójico es que, al mismo
tiempo, y desde la superficie del “estado” (temporal y efímero) en que la
humanidad se encuentra… está siempre en
evolución.
Al calmarse la ebullición del mar, el fuego de los cielos y
las montañas cesaron de elevarse por el continuo movimiento de las placas; entré en este planeta hace eones, con la forma
de un niño.
Llevaba largo tiempo viviendo en una planta, que daba vida a otras
y verdeaba grácil con su belleza y porte las selvas y los bosques de la tierra
en la que aún antes había ya vivido, mezclada entre corales de los fondos
marinos, siendo barro y arcilla, creando fósiles y estratos; sedimentos y lodos.
En el pasar del tiempo y siguiendo el periplo, habiendo ya
dejado mi impronta en los terrenos, me volví vegetal. La primera sonrisa, emitió aquél sonido “Huuuu”
y decidí usarlo para llamar mi nombre: “humano”. Con mi nombre, al cabo, había muchos: con dos
piernas, dos brazos, cabeza y tronco y, ya ellos solitos, llamaron
“cuerpo” a todo esa amalgama de mí, y donde habito. Porque en la superficie planetaria, para ser yo quien soy, la NADA en TODO,
necesito morar en parte alguna.