La humanidad, desde sus orígenes, ha
mirado a su alrededor asombrada por las maravillas que contemplaba. Ha alzado
sus ojos a los cielos esperando reposo para su corazón inquieto, y ha explorado en su interior buscando las
razones últimas de su existencia. Ha buscado insistentemente el camino hacia la
felicidad utilizando para ello todos los recursos que su privilegiada capacidad
de raciocinio le ha permitido.
Paso a paso, siglo tras siglo ha ido
evolucionando hasta la actualidad, creyendo haber descubierto las claves que
darán reposo a su anhelo de saber. El hombre, por fin, parece haber llegado al
conocimiento de sí mismo y a través de este conocimiento parece que ha
comprendido la sabiduría de la vida. Pero la línea que separa “conocimiento” y
“sabiduría” es casi imperceptible y esto hace que, a menudo, se confundan los
dos conceptos. Conviene distinguir claramente las diferencias: El
“Conocimiento” es la información que vamos adquiriendo a lo largo de nuestra
existencia. Datos para nuestra mente ávida de alimento intelectual, "Sabiduría" es la aplicación de ese
conocimiento en algo útil y enriquecedor para nuestro proceso evolutivo.
La mayoría de nosotros partimos de una premisa equivocada. Buscamos la felicidad en el ámbito material: Y
allí no se halla! Porque lo material es
tan importante, como lo sutil y más allá lo trascendente. La felicidad, no habita en las “cosas” en sí, sino
en la búsqueda y el
encuentro de la Verdad, la única Verdad: “Conócete a ti mismo”.