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lunes, 16 de marzo de 2020

CORONAVIRUS, Un mensaje de Vida.


Decían nuestras abuelas "la letra con sangre entra", cuando se trataba de aprender algo. Hoy el dicho se confirma como realidad. Lo que está ocurriendo con el COVID-19 nos muestra que nuestra humanidad doliente no termina de aprender la lección.  Por falta de conciencia, la lección se nos presenta, una vez más.  a base de sangre, sudor y lagrimas, en su manifestación presente de pandemia declarada, psicosis colectiva, inconsciencia mantenida y ambiente apocalíptico. Todo ello acentuado y aumentado por la tecnología comunicacional, "Fake News", incluidas.

Aunque también estamos viendo actitudes y reacciones muy positivas de  gobiernos y ciudadanía, vamos a centrarnos aquí en la advertencia que representa el Coronavirus, así como en la oportunidad que nos trae a todos. 

¿ Cuál es la lección que nos toca aprender a los seres humanos, y que no terminamos por asimilar ?

Podríamos ponernos esotéricos -cosa que no vamos a hacer ahora- y sacar información de ciertas partes de la Numerología y la Kabala,  que nos dirán -entre otras cosas interesantes- los significados tanto de la suma en hebreo de las letras COVID, como del número 19 -número kármico y poderosísimo- ;  invitándoos a que si tenéis el tiempo, la motivación y sobre todo la curiosidad, os adentréis en el citado sentido, y en su potencial sabiduría;  pues no vamos a desvelarlo en este artículo, por mucho que su connotación nos pueda ilustrar profusamente sobre la lección para la humanidad de la que hablábamos antes,  teniendo en cuenta que el número 19 después del COVID (COrona VIrus Disease), tiene que ver con el año en el que aparecieron los primeros afectados en China con este virus que está generando tamaña conmoción mundial.
Prefiero, ahora,  ir por otros derroteros, más históricos, sociales, y hasta científicos; para que la mayoría podáis relacionaros con los hechos, y comprender la dimensión de lo que voy a reflexionar con vosotros, si es que tenéis la paciencia de llegar hasta el final.

La humanidad ha progresado enormemente desde el "homo habilis", hasta el hombre en la Luna y más allá: internet, videoconferencias, smartphones y toda la revolución tecnológica del siglo XX y XXI, sin olvidar,  por supuesto, los grandes descubrimientos en el campo de la Medicina, la Física, la Ingeniería, la Geografía,  la Electrónica, la Genética, y por qué no la Psicología y la Sociología, además de tantas otras "ciencias" que nos mantienen más "ilustrados" que las personas que vivieron en el cercano siglo XIX.  En cambio, todo este "progreso" ¿nos ha hecho "evolucionar" como especie? ¿Somos verdaderamente más pacientes, comprensivos, solidarios, conscientes y amorosos que nuestros congéneres de siglos anteriores? ¿Hemos potenciado el desarrollo de valores útiles a la mejora de la vida y la co-existencia? ¿Le hemos dado cabida en nuestra sociedad Post-Moderna al desarrollo de la Conciencia? ¿Hemos hecho y/o estamos haciendo algo para paliar, realmente, y por lo tanto de manera definitiva el sufrimiento anímico, económico, sanitario y de cobijo digno de tantísimos seres humanos que no viven, sino que sobreviven? ¿Hemos sido capaces de comprender que el dinero es sólo papel, y que la verdadera riqueza es de otra magnitud muy alejada del consumismo y lo superfluo? ¿Somos ya capaces de ver la mirada de un niño,  la aparición de una flor en medio del cemento, o el hecho de que nuestro hígado funcione y nuestro corazón bombee incasablemente… como un milagro?  ¿Qué terrorífica desgracia tiene aún que ocurrir para que abramos los ojos de una vez a lo que verdaderamente importa?

Desafortunadamente, la respuesta a estas preguntas dan un saldo negativo para la raza humana. Habrá voces que quizá puedan levantarse al leer esto, asegurando que su Asociación, Movimiento u Organización, incluso su país (único que conozco, Bután) SÍ que ha evolucionado, y está directa y claramente involucrado en la Evolución Humana, y no sólo en el Progreso. Lo que ocurre es que esas voces son pocas.  Y son muy pocas, si entendemos la "evolución" como:   mejora personal, cooperación social, conciencia transpersonal y de valores;  investigación y desarrollo de cualidades y capacidades humanas, política gubernamental integral, descubrimientos y recursos puestos al servicio de la ciudadanía, y un gran número de otras lindezas verdaderamente humanas y divinas de las que tenemos noticia, y no experiencia, puesto que no las ponemos en práctica.

La gran mayoría de los seres humanos andan aún defendiendo su trozo de tierra, religión, raza, opinión, … defienden su punto de vista, su querer llevar razón. Además, y en muchos casos,  lo defienden con métodos que los hombres de Cromagnon ya usaban y que no parecen haber cambiado tanto desde entonces: violencia, odio, juicio, maledicencia, fragmentación. Esto ocurre tanto en la familia, como en el entorno laboral o en la propia arena de las luchas intestinas de los Gobiernos de todo el mundo.  Sin ir más lejos, en nuestro querido país, tenemos un ejemplo vivo de cómo cada partido político que conforma el entramado de nuestro Gobierno  tira para sí, pretendiendo ser el único que dice y tiene la verdad y la justicia de su lado, en un afán de ganar una batalla perdida de antemano  - por individualista-, en vez de trabajar aunada y mancomunadamente para la mejora de la totalidad de las personas que gobiernan, puesto que, precisamente por ser plural y no sólo bi-partidista, podría ser evolutivo.  Una vez más "progresismo" sí… evolución no.  Por eso nadie gana. Si el Progreso no está unido a la Evolución, estamos avocados a la destrucción (moral, emocional, mental, espiritual …, y a la larga, física).
Saliendo de nuestro país y regresando a la escena internacional humana, lo dicho está también vigente para todos, en mayor o menor medida .  No tenemos más que ver la desalentadora lista de desastres -no naturales- provocados por el ser humano, tanto a nivel individual: frustración, depresión, ansiedad, desesperanza, miedo, aislamiento, estrés; como colectivo:  hambrunas, violencia callejera y doméstica, guerras, expolios, corrupción política, terrorismo, y podría seguir enumerando horrores "humanos", que seguimos perpetrando, provocando o permitiendo, sin olvidar los grandes desastres causados por nuestro "progreso", y de los que somos directamente responsables -  desastres nucleares, islas de plástico, vertidos tóxicos, efecto invernadero, mareas negras, incendios de petróleo o "la puerta del infierno" en Turkmenistán, por citar sólo algunos.

El ser humano (y los animales y plantas que con nosotros co-existen)  ha sufrido también mucho con los desastres naturales (terremotos, plagas, tsunamis, tornados, inundaciones, erupciones volcánicas) …, y seguimos sin "aprender la lección".  Decía Einstein que "o todo es milagro, o nada lo es".  ¿Qué eliges tú, después de leer todo lo anterior?  ¿qué crees que la humanidad ha elegido del citado binomio de Einstein ?  Es obvio que hemos elegido no creer ni en la paz de los sepulcros, y por lo tanto nada es un milagro. En vez de comprender lo milagrosa que es la vida y aprender la lección con el primer o segundo desastre natural, y así trabajar conjunta y globalmente, no sólo en la construcción de mejores barreras, edificios, vacunas o refugios externos, sino -también- en la construcción de un hogar interior a prueba de las bombas de toda negatividad, hemos optado por no sólo sufrir los desastres naturales, sino los que creamos nosotros, además (tanto dentro de nuestro corazón y mente;  como fuera en nuestras instalaciones humanas).

Aún a pesar de todo lo anterior estoy muy orgullosa de la Humanidad a la que pertenezco, pues es, igualmente, muy cierto que hemos hecho grandes cosas, que llenan las Enciclopedias del saber; que hemos atravesado la Historia desarrollado cosas impensables, habiendo logrado avances en todos los ámbitos, que aún nos siguen dejando atónitos.  Y en cambio, hermanos, amigos, congéneres, nos falta la lección del "desarrollo interior", precisamente para ver si nos salen las cuentas y la línea evolutiva alcanza a la del progreso para que puedan empezar a ir paralelas.

Ahora, con el bendito COVID-19 tenemos la ocasión de encontrarnos a nosotros mismos; coronar la cima de nuestro ego para ir más allá y encontrarnos con nuestra propia realidad traspasando el espejo. Sirva la forma de corona de este virus para enseñarnos que cada uno de nosotros somos los reyes y reinas de nuestra propia vida, para reinar en nuestro bello reino que es la vida misma. Los que ya se fueron coronados por la muerte, ya lo saben, así como los que están graves en este instante si llegan a salir, lo sabrán. Hagamos nosotros lo mismo, abramos los ojos a esta lección magistral del último mes del 2019, como si fuera una última advertencia.

El hecho de quedarnos en casa, si somos responsables,  puede favorecer esta mirada interna, pues "obligados" a parar la loca carrera a no se sabe dónde, nos da la oportunidad para volver los ojos del corazón y del Espíritu hacia lo que de verdad importa: los valores humanos y divinos.  Igualmente, nos abre la dimensión del espacio-tiempo (utilizando terminología de la Física) para coronarnos de conciencia evolutiva, dejando de ver "lo positivo" como "rosa", "pastelero", o "cursi", pudiendo así reconocer que el Amor no es algo creado por nosotros, como tampoco lo es la Luz, ni la Electricidad (sólo podemos ver sus efectos y disfrutarlos).  Su naturaleza única es el "evento", "la singularidad"…, el verdadero horizonte de la Humanidad, que estamos llamados a traspasar por mucho miedo que nos dé, porque es desconocido.  No hemos experimentado aún como "raza humana" (con toda la belleza de la biodiversidad) qué ocurriría si todos, sin excepción,  nos amasemos, y eligiésemos la Luz y la Electricidad que producimos cuando nos unimos y nos abrazamos, y nos tocamos, y nos besamos. El Amor, que es la vida en todas sus manifestaciones es el orgasmo de Dios, y nos lo estamos perdiendo, cuando sólo miramos hacia afuera.  

La no dualidad da miedo porque es desconocida,  y en cambio vivir en la Gracia y el Gozo del Espíritu (donde lo humano y lo divino son una misma cosa a través del Amor nos daría la corona de la auténtica vida (con el derramamiento de todas sus cualidades), porque como ya decía Epicuro en el siglo III a.d.C:  "La felicidad es la ausencia de dolor y de miedo". De modo, que quedémonos en casa, sí;  sigamos toda recomendación sanitaria, sí, recemos por los enfermos y por los que se fueron;  agradezcamos a todos los trabajadores de la salud, a los investigadores que ayudan a buscar una vacuna, a los transportistas y trabajadores de los servicios básicos que nos van a abastecer y a los políticos que se unen para hacer frente a las devastadoras cifras de la muerte y el vertiginoso ritmo de contagio.  Y siguiendo con Epicuro, no tengamos miedo a la muerte, puesto que es lo único seguro que todos los seres humanos compartimos y aunque sea de manera trágicamente paradójica, podemos ver la muerte como una forma más de ausencia de dolor y miedo.  La buena noticia es que si aprendemos a vivir así, con "la muerte" como una verdadera compañera de vida, manteniéndola a nuestra derecha metafóricamente -como dicen los budistas, o los monjes cartujos "hermano, recuerda que hemos de morir"-, cuando llegue el momento, nos adentraremos en el sueño final de manera plácida, entregando este maravilloso cuerpo que hemos sido en la tierra, para regresar, ligeros de equipaje, a la Energía de la que partimos.  

Por todo lo anteriormente expuesto, llegamos al final de estas reflexiones que me he sentido impelida a compartir con vosotros en estos momentos mágicos de nuestra "historia conjunta", pues ni mi generación, ni los millenials, los X o los Y,  han visto jamás -en ningún país del mundo- algo parecido. No es la primera vez que los seres humanos vivimos una pandemia, es cierto,  y en cambio,  sí es la primera vez que por la capacidad comunicativa a la que hemos llegado hay un pulso común, un sentirnos unidos en el mismo latir de lo inevitable, un percibir el mismo movimiento debajo de nuestros píes…, porque ahora sí… recordamos que estamos en el mismo barco. Bamboleándonos de un lado a otro en medio de la tormenta, no sabiendo cuándo, ni cómo va a terminar. Lo fabuloso es saber que lo hará, y que cuando amaine, es muy posible,  que hayamos, por fin, aprendido la lección -aunque sólo sea para sacar un aprobado-. Yo así lo espero. Y por ello, elevo mi plegaria por toda nuestra querida Humanidad.

Raquel Torrent© Marzo 2020
Psicóloga Colegiada. Terapeuta Integral y Guía Transpersonal
raqueltorrent@raqueltorrent.es
622 773 695.
 


6 comentarios :

Ed-Gamboa dijo...

Muy poético. Me puso una sonrisa. La felicidad es la aucencia del miedo y dolor igual que la muerte. Gracias por dejarme ver el mundo con sus ojos.

Unknown dijo...

Es verdad todo lo que expones.
En este mundo donde no cesan las luchas entre seres humanos por el motivo que sea...Al final viene a ponernos en orden un virus y todos respondemos unidos contra la amenaza.
Y como bien apuntas o progresamos juntos o nos vemos abocados a la destrucción.

Unknown dijo...

Esta situación insólita quizás sea una situación sobrevenida para hacernos entrar en la reflexión de nuestra insignificancia, aún a pesar de todo el avance científico a lo largo de la historia. Nadie se salva, no hay fronteras, no hay religión, no hay razas, no hay ideologías... En suma, es universal, es planetario. Es un aldabonazo a la humanidad para para concienciarnos de la necesaria humildad, en especial los políticos. No conocía la cita de Einstein reseñada; sin embargo, no es para menos reflexión esta otra también atribuida a él mismo: 'Dios aparece detrás de cada puerta que abre la ciencia"
Es posible que durante esta cuarentena tengamos tiempo para reflexionar, entre otras muchas cosas, sobre la humildad de que carecemos y también sobre lo que el principal científico y pensador del siglo XX nos transmitió en las dos citas reseñadas.

Unknown dijo...

Emotivo y bellísimo de forma y de contenido

Gustavo Calabro dijo...

La evolución física lleva millones de años, para comenzar a andar erguidos, reducir las mandíbulas, ampliar el neocortex, todo fue evolucionando despues de miles de años. Lo mismo ocurre con nuestro mundo emocional y mental, tener emociones de venganza, miedo y odio protegían al individuo para evitar que le robaran y se acabara como individuo. La evolución prioriza el mantenimiento del individuo no de la sociedad en su conjunto.
El problema es que en nuestras cortas vidas de 80 años o en nuestra era (cristiana) de 2020 años pretendemos que se generen cambios psicológicos simplemente porque hemos cambiado el entorno físico. La evolución física, emocional y racional tiene otros tiempos.
El egoísmo (pensar primero en uno), el pensamiento negativo y la ira desmedida fueron tremendamente útiles y aunque ahora no lo sean, no veremos el cambio en nuestra vida, por mas que lo deseemos. Faltan muchos cientos de años para que el cambio se vaya dando por pequeñas mutaciones genéticas. Mientras tanto sigamos disfrutando de las cualidades que tenemos como la capacidad de amar, de crear y de los desarrollos humanos (sociales y tecnológicos).
Mientras la transformación llega lo que podemos hacer es aceptar que somos así, minimizar sus consecuencias aunque no podamos cambiar el problema de raiz porque este lleva otros tiempos.

Unknown dijo...

Excelente texto, gracias por compartir tu manera de percibir este tiempo, aprendi mucho de el.

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