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domingo, 28 de septiembre de 2014

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LA VERDAD

Siempre la verdad!

 Para vivir una vida en plenitud, es imprescindible buscar y amar con tesón y coraje La Verdad. El ser humano clama por alcanzar y vivir en libertad.  En cambio,  en contadas ocasiones une ese clamor a la necesidad de hallar y vivir en, para y por la verdad. Diariamente olvidamos que solo “la verdad nos hará libres”.  Es más, Buda decía que lo que no es verdadero, no es útil. 

La verdad, virtud casi sagrada que, a menudo, ocultamos tras un materialismo puro y duro, oscurecemos entre pasiones y minimizamos entre cobardías e ignorancias, resulta, a veces, casi imposible de reconocer. Es muy fácil aceptar la mentira cuando se presenta como apoyo de la vanidad, la soberbia o el temor a “quedar mal", dada la corrupción y la falta de valores de nuestra sociedad. La atracción que ejerce la mentira encandila a muchas almas aún ignorantes de su verdadera naturaleza espiritual, y a muchas personas que aún no han estructurado su yo, creando así una conciencia de Ser y Estar. De ahí que la prisión de la mentira en la que nos encontramos, con su resultado de corrupción y malversación de la realidad, sea un espejismo en el que vive la mayoría. Sólo desde el conocimiento de la verdad se puede ejercer la libertad. De ahí  que la búsqueda y el encuentro de la verdad sea una necesidad acuciante aplicable a todo lo que importa en nuestra vida.

A lo largo de mis casi 30 años de ejercicio profesional,  he conocido personas que han convertido esta búsqueda en su razón de vivir. Han buscando con pasional entrega la verdad de su existencia; adolescentes que claman al cielo y buscan angustiosamente su verdadero camino en la vida; adultos que no consiguen experimentar la paz interior hasta que no se topan con la verdad de su alma y de sí mismos. También he tratado a algunos que, tristemente, no llegan a su conocimiento verdadero, no porque no lo estén buscando, sino porque lo buscan "a su manera" o según lo que siempre han creído y practicado, obteniendo, los mismos resultados.

Por muchas acrobacias mentales que hagamos la “verdad", no depende solamente de la inteligencia, sino también de la actitud y la disposición que sintamos para adaptar nuestra vida cotidiana a la misma. El hallazgo de la propia verdad requiere, a menudo, profundos cambios en nuestros paradigmas, creencias y actitudes. Hallar y aceptar la verdad de uno mismo significa compromiso con la integridad, la transparencia, la generosidad y la autoestima. 

Jean Cocteau (poeta, novelista, dramaturgo, pintor, crítico y cineasta francés) nos aclara este concepto en una sencilla frase: “Un vaso medio vacío de vino es también uno medio lleno, pero una mentira a medias de ningún modo es una media verdad”. El hallazgo y la aceptación de nuestra verdad intrínseca, exige totalidad: se “transluce” en todas nuestras acciones.

El aforismo “Conócete a ti mismo” inscrito en el Templo de Apolo en Delfos  está íntimamente ligado con la verdad personal. Se refiere a que el descubrimiento de uno mismo nos lleva a comprender la conducta humana en general, su moral y su pensamiento, y de ahí a la autenticidad.

 Comprenderse uno mismo es comprender a los demás admitiendo que todos participamos de la misma naturaleza. Aprender el verdadero significado de la frase nos lleva inevitablemente a vernos como seres humanos ante la verdad, a descubrir nuestras miserias y debilidades y a distinguir nuestros engaños y mentiras.  De esta forma evitamos el sufrimiento interno. Este aforismo es la  invitación a una mirada introspectiva, para detectar tanto nuestras carencias, como nuestras habilidades. Este conocimiento a través de una sincera autocrítica se manifestará en todas nuestras acciones. Eso es "transparencia".

Es tan importante ajustar nuestra vida a esta realidad que tengo el profundo convencimiento de que buscar sin descanso la propia verdad y la consecuente  transparencia de la misma es la clave de la felicidad interna.                              

Estas afirmaciones sobre la verdad se apoyan sobre la evidencia que me proporciona la práctica psicoterapéutica.

Todos deberíamos vivir de forma habitual esta virtud y establecerla, sin obstáculos, como el eje de nuestra conducta humana. La persona que acepta, que vive “su verdad”, posee una visión clara y profunda sobre lo verdadero y lo falso. Sus actos transparentan su razón profunda. No hay lugar para equívocos sobre sus intenciones. La verdad es la puerta abierta a la libertad, como recordamos en la frase bíblica:  “ La Verdad os hará libres”.

 

Raquel Torrent

Psicóloga Colegiada

Terapeuta Integral

Consultora Transpersonal

Creadora del método POSITIONING

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