HASTA LUEGO, mi querido amigo Marcos Ana
Porque no mueres, Marcos, más que en tu cuerpo físico de 96 años que ha dicho "ya basta" a todo tu bregar por esta vida que tan dura te resultó en tus 36 años de cárcel, en la que entraste como preso político durante la Dictadura. Has sido el preso que más tiempo ha estado dentro por tener ideas socio-políticas diferentes; por querer mantener la solidaridad, la justicia, la comprensión profunda y el "me importa" con cada ser humano que conocías, porque en tu vida es lo único que has hecho siempre... ayudar, estar codo con codo con el que sufre, duda o ignora. Aún a pesar de todos tus años de prisión, y luego de exilio en París, jamás guardaste un minuto de rencor contra tus carceleros, contra ese régimen que te privó de tu libertad. Tan sólo reconocías su cerrazón, en la forma de pensar tan diferente a la tuya, y casi les disculpabas por estar equivocados.
Tu corazón generoso no te permitía, tampoco, aceptar los numerosos premios que recibías como propios; siempre añadías después del agradecimiento, que ese era un premio para los muchos que te acompañaban en las cárceles y fuera de ellas y que habían luchado por la libertad y la justicia. Tantos camaradas que como tú habían muerto por la causa de un mundo mejor y más solidario. Ellos, decías, se lo merecían tanto, o más que tú.
Siempre me negabas la existencia de Dios, cuando te hablaba de mi Espiritualidad y a lo que yo me dedico como Psicóloga Integral/Transpersonal, y decías que la mejor forma de ser espiritual es ayudando a los demás, y haciendo que los que nos rodean sean felices ¡¡¡ Y qué razón tenías ¡¡¡ No he visto persona más espiritual que tú, pues tu vida misma (tanto en la lucha dentro de la cárcel, como fuera -dando mítines políticos, conferencias y encuentros sociales varios por todo el mundo-) ha sido el ejemplo más vivo de tu interés por cumplir lo que decías y sentías. Has sido, pues, la personas más coherente que he tenido el honor y el gran placer de conocer. ¡Y esta no es la afirmación típica que se hace de una persona que ha sido un bicho y cuando se muere, se la pone de maravillosa, NO, es que esto que digo lo dice, lo piensa y siente cada persona que te ha conocido... que son muchas que te quieren y te recordarán siempre... como yo.
Tenía 21 años cuando te conocí y en mi juventud y falta de tacto, a ti que ya eras un gran poeta, se me ocurrió decirte que escribía poemas, y que quería leerte uno sobre la Soledad que había escrito el día anterior. Intrigado por mi atrevimiento, me escuchaste y nació una amistad que no sólo ha durado toda nuestras vidas (pues ahora tengo 61) sino que irá más allá de la muerte, querido Marcos, pues volveré a verte en el más allá, aunque tú no creyeras en él. Mientras, pienso recordarte en muchos momentos, al leer tus libros, ver nuestras fotos, o releer las cerca de 200 cartas y postales que tengo tuyas,
Fue maravilloso conocerte, Marcos, y ser tu amiga exclusiva, pues siempre decías que yo era la única mujer que se te había escapado. Todas las demás fueron tus amantes, y me contabas tus romances, con la misma intensidad con la que me contabas tus historias fabulosas vividas con los compañeros en las cárceles españolas, como la de la leche que caía de un grifo cuando te metieron en una celda de castigo, o la de que devolviste el único trozo de tocino que después de muchos días de sólo sopa aguada, te había caído en el plato, al decirte el compañero que servía "Hay huelga de hambre en el corredor 5" ¡¡¡ No fui tu amante, fui tu amiga querida. Nuestra historia, fue la más pura y profunda ... de alma a alma (sin mediar el cuerpo, más que para abrazarnos o darnos el beso de bienvenida o despedida). Eso te hizo sufrir -luego lo supe- durante por lo menos tres años, en los que no me enteraba de tus sentimientos. Luego se te fue pasando, y aunque seguíamos paseando, yendo de viaje, disfrutando de la manga riega de los barrenderos en las noches de luna al salir de las discotecas donde te sentabas en primera fila para verme bailar como descosida, tu mirada ya no era la misma..., y yo lo achacaba a tu permanente interés preocupado por la lucha de clases, y a tu trabajo para solucionar situaciones terribles de personas necesitadas. Siempre caballero, siempre con el tiempo amplio, la sonrisa serena, y la mano puesta en el entrecejo que te caracterizaba cuando escuchabas mi parloteo incesante, a veces durante horas, sobre mis cuitas con mi madre, los hombres, mi amiga Marisa que tu conocías, o la visión filosófica del cualquier acontecimiento o película.
Parece mentira que ya no estés, cuando esa foto en el banco del Retiro la tomé mientras paseábamos en esa linda mañana de mediados de Agosto, en la que luego nos fuimos a comer con Vida. ¡¡¡Estabas tan estupendo ¡¡¡. Así es el fino hilo que separa esa energía vital del cuerpo yermo que mañana iré a velar para despedirlo... a él, que no a ti, pues tú te quedas conmigo, con todos nosotros, en nuestro recuerdo, en nuestro corazón. Te quedas enredado en nuestros corazones.
Gracias, Marcos Ana (nombre de tu padre, y nombre de madre). Mi querido Fernando Macarro, gracias por haberme ofrecido el privilegio de tu amistad sin parangón. El único amigo varón que he tenido de tan largo recorrido. ¡Nunca te olvidaré ¡
Por fin, mi querido compañero de vida, vas a experimentar aquél sueño que te conté y tanto te gustaba recordar, en el que te veía sentado en el borde de un trampolín, con los píes colgando rodeado de infinito por todas partes ¡¡¡ Descansa en paz, mi buen amigo ¡¡¡ Te quiero.
Raquel Torrent, tu querida amiga en tierra.